La Vuelta a Marruecos en 30 días

Por Raúl León.

Capítulo I: La zona costera

Introducción y puesta en situación

Cada viaje de este tipo es una experiencia comunitaria muy intensa con los compañeros, consideramos que cada hallazgo que hacemos y cada especie que encontramos la encontramos todos y todos disfrutamos de su observación.

Al visionar los reportajes fotográficos que siguen, puede dar la impresión de que a todas horas y en cada lugar encontramos animales fascinantes, pero esta apariencia está muy lejos de la realidad. Marruecos y Sáhara Occidental son lugares en los que muy habitualmente cuesta mucho esfuerzo y muchas horas de dedicación encontrar determinados animales, y los reptiles y anfibios no son una excepción. Nunca sabes lo que vas a encontrar, no sabes si los animales estarán activos, si la temperatura será adecuada, etc. Esta vez la meteorología ha sido de lo menos convencional y en zonas en las que hemos pasado muchos días buscando especies como la cobra norteafricana o la víbora bufadora hacía demasiado frío y no veíamos animales aunque buscásemos durante horas y horas, diurnas y nocturnas. A esto se ha sumado el omnipresente y fuerte viento que nos ha perseguido durante todo el viaje. En demasiadas ocasiones el viento era muy fuerte, tanto como para dificultar mucho el montaje de las tiendas de campaña e incluso el descanso dentro de ellas y tanto que nuestros equipos fotográficos, incluso el vehículo en el que íbamos, han resultado bastante dañados por las partículas de arena de gran tamaño que volaban por el aire. Así era difícil encontrar animales y fotografiarlos.

Para que tengáis una idea aproximada, durante 32 noches buscando animales nocturnos (muchas serpientes, saurios y anfibios de la zona lo son) empleando diferentes métodos simultáneos (búsqueda a pie en el hábitat, rutas en vehículo para localizar individuos activos, etc.) durante varias horas, únicamente en 5 o 6 noches hemos encontrado ofidios activos.

La temperatura, humedad, fase de ciclo lunar, viento y muchos más factores influyen en la actividad de los animales y esto hace que siempre sea impredecible lo que podemos encontrar. Aún así hemos observado muchos seres maravillosos, incluyendo algunas especies difíciles de ver en general y otras muy raras de ver. Nos sentimos contentos y muy afortunados de haber tenido la oportunidad de vivir esta expedición.

En 32 días yendo de un lado a otro se viven innumerables experiencias, por lo que hemos dividido los reportajes fotográficos de esta expedición en tres capítulos, para que su visionado y lectura sea cómoda y agradable. No mostraremos siempre fotos de todas las especies encontradas en cada lugar ni las mencionaremos todas por las mismas razones. Esperamos que las disfrutéis y os maravilléis tanto como nosotros con estas fascinantes criaturas y los paisajes que habitan.


¿Nos acompañáis a través del texto y las imágenes… y descubrimos juntos escenas tan impresionantes como esta?.
Izquierda: Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Comienza el viaje

Estábamos deseando poder disfrutar de esta experiencia, un viaje largo.

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Comenzamos viajando hacia el sur por la zona costera. Los primeros 13 días Budi, Octavio y Raúl nos apasionábamos por la naturaleza del lugar. Cruzamos ilusionados como siempre hacia el gran continente africano. En el ferry íbamos comentando alborotados y nerviosos lo que podríamos encontrar.

Teníamos muchas ganas de ver animales nada más llegar a Marruecos y comenzamos a hacer paradas desde el norte. Llegamos por la noche a Kenitra y ya pudimos observar varias especies muy interesantes: culebrilla ciega mora (Trogonophis wiegmanni), culebrilla ciega de Tánger (Blanus tingitanus), numerosas salamanquesas comunes (Tarentola mauritanica) trepando por los alcornoques, un sapillo pintojo marroquí (Discoglossus scovazzi), un sapo de espuelas marroquí (Pelobates varaldii), sapos morunos (Amietophrynus mauritanicus) y una culebra de cogulla (Macroprotodon brevis ibericus) que se desplazaba en la oscuridad. Oímos el canto del chotacabras cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis) y del cárabo (Strix aluco).

Trogonophis wiegmanni
Culebrilla ciega mora (Trogonophis wiegmanni). Un reptil del grupo de los anfisbénidos (Amphisbaenidae, no son culebras) con una bonita coloración amarilla salpicada de cuadros negros. Son animales fosoriales, la mayor parte de su vida se desplaza por galerías subterráneas. Foto: © Raúl León.
Blanus tingitanus
Culebrilla ciega de Tánger (Blanus tingitanus). Otro curioso anfisbénido que habita la zona.
Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Pelobates varaldii
Sapo de espuelas marroquí (Pelobates varaldii). Excava con sus formidables espuelas en las patas traseras y se entierra en el sustrato durante mucho tiempo hasta que llegan las lluvias. Un anfibio excepcional. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Macroprotodon brevis ibericus
Culebra de cogulla (Macroprotodon brevis ibericus) “oliendo” el aire con su lengua. Se encontraba activa en esta noche primaveral.
Foto: © Raúl León.
Scorpio sp.
Escorpión con grandes pinzas (pedipalpos) del género Scorpio. Uno de los artrópodos que pudimos observar.
Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Al amanecer una densa niebla cubría el alcornocal y al calentar el sol tortugas moras (Testudo graeca) de todos los tamaños caminaban entre los árboles y los palmitos. Lagartijas colirrojas (Acanthodactylus erythrurus species complex) correteaban por la arena. Vimos alcaravanes (Burhinus oedicnemus), escuchamos pica pinos (Dendrocopos major) golpeando la corteza de los árboles con su potente pico, garcillas bueyeras (Bulbuculus ibis), etc. Entre los artrópodos destacamos escarabajos del género Scarites y Scarabaeus, así como escorpiones del género Scorpio y escolopendras.

Testudo graeca
Una de las tortugas moras (Testudo graeca) que caminaban tranquilamente en el bosque de alcornoques.
Foto: © Raúl León.

Seguimos por la zona de Kenitra buscando otras especies y tras varias paradas observamos un ofidio sin identificar que se escabulle rápidamente entre la densa vegetación, un eslizón costero (Chalcides mionecton) y lagartijas colirrojas. Cerca del agua estuvimos largo rato observando, fotografiando y disfrutando de la presencia de galápagos leprosos (Mauremys leprosa) y aves como milano negro (Milvus migrans), herrerillo común (Parus caeruleus), calamón (Porphyrio porphyrio), focha cornuda (Fulica cristata) y cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris).

Chalcides mionecton Lago en la región de Kenitra
Izquierda: Eslizón costero (Chalcides mionecton). Derecha: Lago en la región de Kenitra.
Fotos: © Octavio Jiménez Robles.
Parus caeruleus Fulica cristata
Izquierda: Precioso herrerillo probablemente de la especie Cyanistes teneriffae ultramarinus. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Derecha: Focha moruna (Fulica cristata). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Porphyrio porphyrio Marmaronetta angustirostris
Izquierda: Con sus grandes patas y su tonos azulados, un calamón (Porphyrio porphyrio) se alimentaba entre la vegetación. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Pato colorado hembra (Netta rufina) con sus crías. Foto: © Raúl León.
Mauremys leprosa
Galápagos leprosos (Mauremys leprosa) tomando el sol. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Cetonidae
Sorprendente comportamiento de estos escarabajos del género Hoplia (familia Scarabaeidae) de llamativo color amarillo. Los hechos que estaban sucediendo en este momento eran de lo más curioso: los machos parecen establecer su territorio en los tallos y los defienden. Cuando otro macho llega volando, el escarabajo situado en el tallo se agarra con sus dos primeros pares de patas y con el último (observar en el macho de arriba el grosor de las patas traseras) agarran al escarabajo que se acerca y lo intentan derribar. Realmente interesante. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Desde ahí bajamos a la zona de Casablanca. En las primeras paradas se ven bastantes de los robustos eslizones moros (Chalcides polylepis), bulanes (Eumeces algeriensis), lagartijas colilargas (Psammodromus algirus), un precioso lagarto de cristal marroquí (Hyalosaurus koellikeri), una culebra viperina (Natrix maura) y aparece la estrella, la esperada, una hermosísima víbora del Magreb (Daboia mauritanica) adulta, reptando por una ladera muy inclinada y escarpada. Su coloración contrastada gris, marrón y negra y su condición de ser una víbora que alcanza una talla tan considerable nos emociona muchísimo. Pudimos ver varias tortugas moras comiendo flores y machos persiguiendo a hembras.

Chalcides polylepis Hyalosaurus koellikeri
Izquierda: Eslizón moro (Chalcides polylepis). Son saurios que alcanzan buen tamaño y muy rápidos. Su coloración contrastada resulta muy bella. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Precioso lagarto de cristal marroquí (Hyalosaurus koellikeri) rojizo y con ocelos dorsales. Se trata de un lagarto ápodo (sin patas), un grupo muy interesante dentro de los reptiles. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Testudo graeca Natrix maura
Izquierda: Tortuga mora en zona rocosa. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Culebra viperina (Natrix maura). Un ofidio ligado al medio acuático y totalmente inofensivo. Foto: © Raúl León.
Daboia mauritanica
Víbora del Magreb (Daboia mauritanica). Precioso diseño. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Daboia mauritanica
La mirada de la gran víbora. Foto: © Raúl León.

La impresionante serpiente en la ladera pedregosa y escarpada del valle donde habita.
Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Por la noche vemos ranas verdes norteafricanas (Pelophylax saharica) y sapos morunos (Amietophrynus mauritanicus) cantando en una charca. Escuchamos el canto de alguna ranita meridional (Hyla meridionalis) oculta entre la vegetación, sin embargo descubrimos en el borde del agua gran cantidad de estas ranas, de tamaño diminuto, pues estaban acabando su metamorfosis. Cerca de la orilla, desde sus madrigueras cantaban los grillos de visera (género Sciobia).

Pelophylax saharica
Izquierda: Ranas verdes norteafricanas (Pelophylax saharica) de color verde vivo cantaban en la charca. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Derecha: Entre la vegetación de la orilla. Foto: © Raúl León.
Amietophrynus mauritanicus
Izquierda: Sapo moruno (Amietophrynus mauritanicus) que muestra el típico diseño manchado de la especie. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Derecha: El anfibio en detalle. Foto: © Raúl León.
Hyla meridionalis
Izquierda: Un sapo moruno macho durante el canto, con el saco gular extendido. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Una diminuta ranita meridional (Hyla meridionalis) que aún no ha perdido totalmente la cola de la fase de renacuajo. Foto: © Raúl León.

Contentos nos dirigimos a la zona de Argana, para disfrutar de sus paisajes espectaculares de sustratos rojizos y para intentar observar a los gecos diurnos morunos Quedenfeldtia moerens. Llegamos de noche y con las linternas frontales en la cabeza encontramos varios gecos de Agadir (Saurodactylus brosseti), salamanquesas comunes, varias agamas (Agama impalearis) dormitando en las grietas de las rocas y un Quedenfeldtia activo en una cumbre. Observamos algunos individuos que nos recuerdan más a salamanquesas del Draa (Tarentola boehmei) que a salamanquesas comunes, pero no está claro si esta primera especie se distribuye en esta zona.

Saurodactylus brosseti
Geco de Agadir (Saurodactylus brosseti). Son unos animales de muy pequeño tamaño con escamas perladas muy decoradas
y con una preciosa cola amarilla brillante. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Tarentola boehmei Tarentola boehmei
Izquierda: Posiblemente salamanquesa del Draa (Tarentola boehmei) juvenil. Estos gecos trepaban por los troncos de los arganes y por las rocas.
Derecha: Un individuo adulto. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.

Nos levantamos pronto para estar en las laderas en el momento en que los gecos diurnos salgan a tomar el sol. Disfrutamos mucho viendo a estos animales saltando de roca en roca en sus territorios. Algunos de estos simpáticos saurios se muestran desconfiados y se retiran ante nuestra presencia, otros, tras un rato de ganar confianza a su lado, dejan que te acerques bastante para tomar una foto.

Argana
Impresionante paisaje en Argana. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Argania spinosa
Argán con frutos (Argania spinosa). Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Quedenfeldtia moerens
Geco diurno moruno (Quedenfeldtia moerens). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Llamativas “pestañas” formadas de escamas que presenta la especie. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Un geco diurno moruno (en la parte derecha de la fotografía) termorregulándose entre sol y sombra en su territorio.
Foto: © Raúl León.

Continuamos la ruta y llegamos a la zona de Agadir, donde hallamos otra de las grandes sorpresas y satisfacciones del viaje. Las dos especies de alcaudones, el real y el común (Lanius meridionalis y Lanius senator) volaban por la zona. Pudimos ver un bonito bulán (Eumeces algeriensis) juvenil, sapos verdes norteafricanos (Bufotes boulengeri), sapo de Brongersma (Barbarophryne brongersmai), tortuga mora y una de las serpientes más raras del territorio. De forma inesperada nos encontramos ante una serpiente comedora de huevos del sahel (Dasypeltis sahelensis), no cabemos en nuestro asombro, sorpresa y emoción. Teníais que vernos disfrutando como niños del momento. No se sabe demasiado sobre la actividad, sobre la ecología de esta serpiente en este territorio, pues suele pasar muy desapercibida. Dasypeltis es uno de los dos únicos géneros de serpientes en el mundo altamente especializado en depredar huevos de aves. Se dice que son “oofagas”, es decir, sólo comen huevos.

Bufotes boulengeri Eumeces algeriensis
Izquierda: Sapo verde norteafricano (Bufotes boulengeri).
Derecha: Espectacular diseño el de este bulán (Eumeces algeriensis) juvenil. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.
Ammophila Galerida theklae
Izquierda: Avispa cazadora (género Ammophila) portando oruga de polilla (probablemente familia Geometridae), ya paralizada por su veneno. La avispa estaba despejando la entrada de una madriguera anteriormente excavada, donde introducirá a la desafortunada oruga sobre la cual pondrá sus huevos. Poco después esta servirá de alimento a las larvas de avispa. El círculo de la vida. Derecha: Probablemente cogujada montesina (Galerida theklae). Fotos: © Baudilio Rebollo Fernández.
Dasypeltis sahelensis
Serpiente comedora de huevos del sahel (Dasypeltis sahelensis). Se trata de uno de los ofidios más raros de ver en la región. Dasypeltis es uno de los dos únicos géneros de serpientes en el mundo muy especializado en depredar huevos de aves. Se dice que son “oofagas”, es decir, sólo comen huevos. Además de tener una gran capacidad de desencajar la mandíbula para tragar este alimento tan particular, poseen espinas internas en una zona de la columna vertebral con las que presionan y rompen la cáscara del huevo, el contenido cae hacia el estómago y la cáscara aplastada es regurgitada hacia el exterior. Sus grandes ojos y cabeza redondeada son muy característicos. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Por un lado su coloración es muy adecuada para pasar desapercibida en su hábitat.
Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Por otro lado, su diseño y otras características morfológicas son muy parecidas a las de las víboras de escamas aserradas del género Echis. Siendo Dasypeltis inofensiva, imita con su diseño y su comportamiento a estas víboras que si son venenosas. En esta imagen la serpiente comedora de huevos adopta la misma posición de defensiva que las víboras Echis y roza sus escamas para producir un sonido intimidatorio y amedrentar a los posibles depredadores. Foto: © Raúl León.

Izquierda: Alberca vacía donde caen gran cantidad de animales y mueren de inanición o debido a la exposición prolongada al sol. Sacamos los animales vivos. Había bastantes agamas desafortunadamente muertas y construimos una “escalera” con piedras para que los animales que caigan puedan trepar por ella y salir. Derecha: Sacamos a una culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) de un aljibe con agua donde parecía llevar atrapada durante bastante tiempo. Sobrevivía “aferrada” a un objeto flotante, pero al estar siempre mojada las escamas y la piel estaban muy reblandecidas y la temperatura de su cuerpo era baja, etc. no estaba en buen estado en general. La dejamos descansar en la sombra, se la fue aclimatando a los rayos solares y observamos que su recuperación es satisfactoria, por lo que la liberamos en un campo cercano y se va reptando rápidamente. Un final feliz. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.

Campesinos y campesinas de la región de Agadir. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Por la noche vemos algunas salamanquesas magrebíes (Ptyodactylus oudrii), culebras viperinas, una gineta (Genetta genetta) que parecía estar acechando a las ranas en la orilla de un río, un solífugo en el momento de comerse a su presa, etc.

Ptyodactylus oudrii
Salamanquesa magrebí (Ptyodactylus oudrii). Obsérvense sus “almohadillas adhesivas” de gran tamaño en la zona terminal de los dedos que hacen de estos reptiles hábiles trepadores y saltadores muy ágiles. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Continuamos dispuestos a más encuentros sorprendentes y en la zona de Tiznit tenemos suerte y observamos variedad de especies: lagartijas pardas (Acanthodactylus pardalis species complex), varios Saurodactylus brosseti con diseños espectaculares, agamas (Agama impalearis), tortugas moras y una culebra de cogulla (Macroprotodon brevis brevis) con una bonita coloración anaranjada-rojiza.

Saurodactylus brosseti Acanthodactylus pardalis
Izquierda: Geco de Agadir (Saurodactylus brosseti) con bellísimo diseño de lunares. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Retrato de una lagartija parda del complejo de especies Acanthodactylus pardalis. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Agama impalearis Macroprotodon brevis brevis
Izquierda: Gran agama común (Agama impalearis) macho. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Culebra de cogulla (Macroprotodon brevis brevis). Se camufla perfectamente en su entorno. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

En la región de Sidi Ifni localizamos una culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) adulta. Como el frío sigue acompañándonos y las búsquedas nocturnas no dan mucho fruto decidimos probar un poco más hacia el interior para comprobar si el clima es más cálido y hay más actividad de animales.

Hemorrhois hippocrepis Eugaster
Izquierda: Culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) “analizando” el aire con su lengua. Derecha: Un gran grillo (tetigónido) del género Eugaster. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.

En la zona de Assa nos topamos con interesantes especies. Teníamos ganas de ver alguna víbora cornuda y así fue, encontramos una Cerastes cerastes juvenil, con un diseño que hace que sea muy difícil distinguirla del sustrato donde vive. También un geco cantor (Tropicolotes algericus) y unos coloridos y llamativos lagartos de cola espinosa (Uromastyx nigriventris). Descubrimos un artrópodo extremadamente curioso en este desierto pedregoso, os dejamos con las imágenes, a ver qué os parece:


Izquierda: Fijaos en la “piedrecita oscura” del centro de la imagen. Foto: © Raúl León. Derecha: Una curiosísima mantis que habita en el suelo (Eremiaphila sp.) y parece una pequeña piedra. Pasa inmóvil, camuflada, mucho tiempo y cuando se desplaza lo hace muy rápidamente y de repente se queda estática de nuevo, como si fuera una piedra que se ha movido en un abrir y cerrar de ojos. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Cerastes cerastes
Izquierda: Víbora cornuda (Cerastes cerastes). Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Camuflaje perfecto. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Izquierda: Llamativo lagarto de cola espinosa (Uromastyx nigriventris). Precioso colorido. Aquí lo veis tomando el sol. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Derecha: Otro individuo disfrutando del calor. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Izquierda: Dromedario comiendo. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Geco cantor (Tropicolotes algericus). Otra especie de geco de muy pequeño tamaño que habita en zonas muy duras para la vida. Foto: © Raúl León.

Durante la noche, fresca y con viento intenso, los únicos reptiles activos que encontramos eran algunas Tarentola boehmei. Vemos una gineta (Genetta genetta) en una zona de oasis subiendo y bajando por las palmeras. Debido a nuestras linternas un chaval sale a nuestro encuentro, intentamos comunicarnos y cuando nos entendemos y se da cuenta de que estamos buscando reptiles nos indica que lo sigamos. Nos invita a pasar a una habitación en una construcción semi-abandonada. Al entrar nos encontramos con la “sede” de Geres Asso (grupo de estudio de ecología sahariana) en Aouinet Torkoz. Las paredes están adornadas con fotos de reptiles, anfibios y artrópodos, fotos de Philippe Geniez, cuyo libro nos hacia soñar con los animales del desierto mucho antes de viajar por primera vez a Marruecos, fotos de Michel Aymerich, muy conocido en la zona por ser también un intrépido buscador de reptiles, anfibios, etc. Nos invita a té, dátiles y galletas. Como de costumbre, nos trata de forma muy amable. Nos despedimos y seguimos la búsqueda.


Izquierda: Gineta (Genetta genetta) entre las hojas de una palmera datilera. Se ven los ojos brillantes y se aprecia el contorno de la cabeza y las orejas. Foto: © Raúl León.
Derecha: Escorpión del género Hottentota. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Al día siguiente pasamos por lugares, que generalmente son extremadamente secos, en los que había llovido hace no mucho, pues había charcas que sin duda son un imán para la fauna local. Nos acercamos para ver que descubrimos y vemos recientes huellas en el barro de la orilla de un varano del desierto (Varanus griseus) que se habría acercado a beber agua, ojalá lo hubiéramos visto allí, y unos animales increíbles: se trata de triops (género Triops) de buen tamaño que nadan por las zonas fangosas. Son unos crustáceos que nos transportan a épocas pasadas, está considerado uno de los animales más antiguos que siguen viviendo en el planeta y cuyos huevos tiene tanta resistencia que aguantan enterrados en el sustrato al secarse la charca durante mucho tiempo y cuando por fin llega la lluvia, eclosionan y habitan de nuevo en las charcas temporales. Unos animales increíbles.


Izquierda: Charcas temporales en la zona de Assa, un imán para la vida. Derecha: Huellas de varano del desierto (Varanus griseus) en la orilla. Podéis apreciar la distancia de zancada del animal con la referencia de la tapadera del objetivo de la cámara fotográfica. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.

Izquierda: Una preciosa mariposa tigre (Danaus chrysippus) en la zona de charcas. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Triops en la charca temporal. Crustáceo de curioso aspecto que está considerado uno de los animales más antiguos que viven sobre la Tierra. Sus huevos resisten prolongados periodos de sequía hasta que llueve, entonces eclosionan y otra vez viven en las charcas temporales y de nuevo se repite su ciclo vital. Foto: © Raúl León.

El intenso viento en la zona nos hace que decidamos acercarnos de nuevo hacia la zona costera. Al pasar por la región de Guelmim encontramos una par de preciosas culebras de herradura y un gran bulán. Más adelante tuvimos mucha suerte y encontramos una especie que también suele pasar desapercibida por su modo de vida y pequeño tamaño: una serpiente vermiforme Myriopholis algeriensis. Este insólito animal es una serpiente de una familia primitiva de ofidios muy bien adaptados a la vida subterránea, con ojos muy reducidos, forma muy larga y delgada. Se alimenta de larvas de insectos en general. Lo consideramos un buen hallazgo.


Izquierda: Una serpiente vermiforme Myriopholis algeriensis. Esta insólita serpiente pertenece a una familia muy primitiva. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Está muy bien adaptada a la vida subterránea, por ello presenta ojos muy reducidos y un cuerpo esbelto. Se alimenta de larvas de insecto en galerías. Foto: © Raúl León.

Izquierda: Culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis). Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: El diseño de esta especie es muy variable, pero lo común es este patrón de manchas circulares dorsales. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Eumeces algeriensis
Bulán (Eumeces algeriensis) “saboreando” el aire con su lengua.
Este colorido y gran escinco es impresionante. Foto: © Raúl León.
Eumeces algeriensis
Detalle del bulán. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Nos gusta pasar por Oued Assaka para echar un vistazo a sus paisajes rocosos. No encontramos mucha actividad pero pudimos ver algunos galápagos leprosos (Mauremys leprosa), salamanquesas comunes, eslizón moro, etc.

Oued Assaka
Oued Assaka. Sus estéticas formaciones rocosas siempre nos tientan a detenernos en este lugar.
Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Mauremys leprosa saharica
Galápago leproso (Mauremys leprosa saharica) con ojos azules. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Proseguimos la andanza por la región de Guelmim y siguen apareciendo más criaturas dignas de ser observadas como agamas, salamanquesa del Draa y geco elegante del norte, la rapidísima serpiente corredora de arena (Psammophis schokari) y la bella culebra diademada del Magreb (Spalerosophis dolichospilus). Vemos una hembra de solífugo, un rápido arácnido.

Guelmim
Hábitat en la zona de Guelmim. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Tarentola boehmei Stenodactylus mauritanicus
Izquierda: Salamanquesa del Draa (Tarentola boehmei). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Geco elegante del norte (Stenodactylus mauritanicus). Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Agama impalearis
Izquierda: Agama común (Agama impalearis). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Miradas cruzadas con este lagarto de zonas áridas. Foto: © Raúl León.

Bucerrig o culebra de arena de Forsskal (Psammophis schokari) soleándose en su árido hábitat. Estas atentas serpientes vigilan su entorno con la cabeza erguida para observar una posible presa o depredador. Foto: © Raúl León.

Izquierda: Culebra diademada del Magreb (Spalerosophis dolichospilus) integrada en su entorno. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Derecha: Bellísimos tonos y diseño. Foto: © Raúl León.

En una zona con unas pocas casas dispersas un hombre que vive allí nos acompaña durante un buen rato por la tarde y al anochecer. Nos invita a tomar un té en su casa, en principio se lo agradecemos y decimos que tenemos que irnos, pero nos insiste mucho y pensamos que le ofenderíamos al decirle que no y que nosotros también podemos acompañarlo un rato a él. Al pasar a su casa nos dirige hacia una habitación llena de alfombras y cojines de colores, era preciosa. Allí, sin calzado, nos sentamos y el va preparando el té con el ritual típico. Su madre nos saluda y se sienta con nosotros también. Tras tomarnos el té, reírnos un rato intentando comunicarnos, etc., sin esperarlo nos traen la cena que consistía en arroz que deberíamos mezclar con lo que pensamos que es leche de cabra algo fermentada y aceite de argán. Comemos todos juntos muy a gusto y estamos muy agradecidos. Tras esta visita, “Adderaín” que es como nosotros entendíamos su nombre, decide acompañarnos y nos guía hacia lugares con unos hábitats maravillosos que nunca hubiéramos descubierto, eso sí, por caminos tan abruptos y pedregosos que cada minuto temíamos por el coche y por sus ruedas, fueron muchas horas nocturnas de caminos muy complicados. Agradecimientos a “Adderaín” y a su madre.

Alcanzamos la zona de Tan Tan y seguimos con actividad muy reducida debida al viento y el frio. Vemos algunos simpáticos gecos de casco (Tarentola chazaliae), gecos de Agadir, sapos verdes norteafricanos (Bufotes boulengeri), un jerbo de Egipto (Jaculus jaculus) y un jerbo del género Gerbillus probablemente.


Izquierda: Bello atardecer en Tan Tan. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Gecos de casco (Tarentola chazaliae). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Izquierda: En el proceso de limpiarse la escama ocular con la lengua. Foto: © Raúl León. Derecha: Geco elegante del norte (Stenodactylus mauritanicus). Un geco con los ojos realmente llamativos. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Izquierda: Jerbo de Egipto (Jaculus jaculus). Uno de los animales más curiosos de la región. Se trata de un roedor con largas patas traseras saltadoras y una larga cola adornada con un mechón final. Se desplazan dando saltos continuamente. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Jerbo (género Gerbillus probablemente). Otro bonito roedor. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Izquierda: Zona arenosa cerca de la costa en Tan Tan. Derecha: Geco de casco (Tarentola chazaliae) en su hábitat con las primeras luces, cuando aún no hace calor. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.

Izquierda: Sapo verde norteafricano (Bufotes boulengeri) acabando la fase de renacuajo. Foto: © Raúl León. Derecha: Corredor sahariano (Cursorius cursor), una de las aves más bellas y característica de la zona. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Foum Draa Acanthodactylus aureus
Izquierda: Foum Draa. Precioso paisaje en la desembocadura del espléndido río Draa. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Una bonita lagartija dorada (Acanthodactylus aureus) refugiada bajo un matorral. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Continuamos hacia el sur y vamos entrando en zona sahariana. Llegamos a las zonas de dunas Tarfaya y comenzamos con el emocionante rastreo de huellas en las dunas. Fue un gran día y noche llena de observaciones muy interesantes sobre biología de ofidios. Lo primero que encontramos es un escorpión endémico de la zona Buthus bonito.


Izquierda: Dunas en Tarfaya, impresionantes y sobrecogedoras. Derecha: Escorpión Buthus bonito, un endemismo de la zona. Fotos: © Octavio Jiménez Robles.

Poco después descendemos por una gran duna y está fue la conversación y sucesos que acontecieron:
– Octavio: ¡ey!, ¡un rastro de Cerastes!
Seguimos el rastro y nos lleva hasta un matorral
-Raúl: ¡está ahí enterrada!, ¡mira los ojos!
-Octavio: …pero este rastro es un poco raro, parece como si fueran dos…
En tono de broma decimos: ¿te imaginas que eran dos víboras de arena cortejándose?
– Budi: sí, sí, son dos rastros
Miramos de nuevo bajo el matorral
– Raúl: ¡hay otra! ¡justo detrás de la primera hay otra enterrada!
– Octavio: ¡es verdad!, ¡ahí está!
-Todos: ¡que sí, que estaban en cortejo!…alucinante, jajajajaja (risas de ilusión y nerviosismo)

Grandes momentos. Seguimos la búsqueda, pasan las horas, tenemos mucha suerte y aparecen más víboras de arena de diferentes tamaños y diseños.


Izquierda: Las dos víboras de arena (Cerastes vipera), señaladas con flechas, enterradas bajo un matorral espinoso. Foto: © Octavio Jiménez Robles.
Derecha: Una de las Cerastes vipera enterrada en la arena tal y como se encontraba, sólo son visibles los ojos. Foto: © Raúl León.

Una víbora de arena camuflada y emboscada entre la vegetación bajo la luna. Foto: © Raúl León.

Pero eso no era todo. Budi se separa de Octavio y Raúl y así buscamos por zonas cercanas pero diferentes. Cuando han pasado 5 minutos escuchamos a Budi muy emocionado decir por el walkie-talkie: ¡Spalerosophis diadema!, ¡Spalerosophis diadema!. Nosotros nos miramos y decimos: ¡¿quéee?, no puede ser!. Salimos corriendo con el ritmo cardiaco por la nubes al encuentro de Budi para ver al animal, ya que esta culebra diademada es una especie que ninguno había visto hasta el momento. Nos encontramos y ocurren nuestras reacciones habituales:

– ¡Ostras, qué cosa más bonita!, ¡increíble!
– …qué dibujos tiene…es preciosa…
– ¿cómo la has encontrado, activa, enroscada? etc. etc.

La observamos maravillados mientras hablamos de cómo se mueve, de cómo saca la lengua, de su coloración, el posible porqué de su actividad, etc.
Acabamos muy contentos e ilusionados, vivimos grandiosos momentos.


Izquierda: Víbora de arena adulta semi-enterada recogiendo moléculas olorosas del ambiente con su lengua bífida y mostrando la cola negra que le sirve para atraer a sus presas, usándola a modo de señuelo, cuando está enterrada. Foto: © Raúl León. Derecha: Un individuo juvenil. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Spalerosophis diadema Spalerosophis diadema
Izquierda: Culebra diademada (Spalerosophis diadema) subadulta. Otro gran hallazgo. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Derecha: Spalerosophis diadema. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Izquierda: Zona de dunas y matorrales donde habitan interesantes animales. Derecha: Víbora de arena (Cerastes vipera) de gran tamaño. Fotos: © Baudilio Rebollo Fernández.

Izquierda: Adaptada a la vida en las arenas. Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Detalle de esta asombrosa especie.
Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Al día siguiente vamos llegando a El Aaiún y aparece un gran camaleón común (Chamaeleo chamaeleon). Encontramos otra víbora de arena de una coloración oscura inusual, una culebra de cogulla (Macroprotodon brevis brevis) y una salamanquesa común.


Izquierda: Gran camaleón común (Chamaeleo chamaeleon). Precioso animal muy bien adaptado a la vida sobre la vegetación. Derecha: Salamanquesa común (Tarentola mauritanica). Fotos: © Baudilio Rebollo Fernández.

Víbora de arena (Cerastes vipera) con coloración oscura atípica. Un bello ejemplar. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Izquierda: Culebra de cogulla (Macroprotodon brevis brevis). Foto: © Octavio Jiménez Robles. Derecha: Detalle de una serpiente de pequeño tamaño, nocturna y especializada en depredar otros reptiles. Foto: © Raúl León.

Llega el momento de tener que despedirnos de nuestro colega Octavio que tomará un vuelo desde El Aaiún, pues tiene que regresar a su trabajo con saurios del Sistema Central Ibérico. Nos deseamos lo mejor. Octavio, que querría seguir todo el viaje con nosotros, hará escala en Gran Canaria donde en unas horas libres pudo ver las especies de saurios endémicas de la isla. Budi y Raúl continúan hacia el sur para llegar a zonas donde nunca habían estado y donde la fauna les es desconocida… en el sur del Sáhara Occidental. Continúa en el siguiente capítulo donde encontrarás imágenes de criaturas increíbles (Capítulo II: Sáhara Occidental y regreso a la costa).

Aquí tenéis la parte humana de la expedición:


Con un turismo y muchas ganas e ilusión se puede llegar muy lejos. Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Octavio Jiménez Robles fotografiando un geco diurno moruno con el impresionante paisaje de Argana a sus espaldas.
Foto: © Raúl León.

Budi Rebollo Fernández disfrutando de la experiencia en los pizarrosos paisajes del Oued Assaka.
Foto: © Octavio Jiménez Robles.

Raúl León fotografiando Triops en la orilla de una charca temporal en la árida región de Assa.
Foto: © Octavio Jiménez Robles.

El equipo, tres naturalistas apasionados, en la desembocadura del río Draa. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Agradecimientos: a nuestras familias, por su apoyo, paciencia y un sin fin de razones, ¡gracias!. Al equipo de moroccoherps, por su confianza, ayuda, apoyo, ilusión, etc. y por su ayuda en la correcta identificación de algunas aves. Hay que mencionar también a Francisco Sánchez Piñero por la identificación del escarabajo Hoplia. A los amigos y amigas que desde la Península Ibérica nos acompañaban cuando nos comunicábamos. A cada persona de la zona que nos ayudó indicándonos donde estaba una carretera que no encontrábamos, que nos invitaron a tomar algo con ellos, que nos acompañaron, etc., muchas gracias a estas amables personas, tienen un gran corazón. A la gente y grupos que aprecian estos entornos pues entre todos ponemos en valor la biodiversidad de estos parajes para que cualquiera pueda llegar a fascinarse con ellos y respetar a todas estas criaturas.

19 respuestas a «La Vuelta a Marruecos en 30 días»

  1. Creo que la emoción que habéis sentido en cada foto, momento o descubrimiento se trasmite perfectamente en el relato escrito y en el reportaje fotográfico, gracias por compartir una aventura tan ilustrativa y es muy difícil elegir un momento o foto pero me quedaría con el tropos por parecer de película de ciencia ficción o de la época de los dinosaurios y ese acercamiento de esos dos mundos tan separados me parece brutal…. y lo demás tambien, estupendo trabajo, enhorabuena a todos.

  2. Buenos días, me pasó Raul el enlace hace unos días y he esperado a tener un buen momento para leerlo despacio y disfrutarlo.

    Después de hacerlo lo único que puedo hacer es dar la enhorabuena a todos los que habéis participado. Lo primero por haber sido capaces de abrir la mente, cambiar el chip y lanzaros a una expedición tan larga y complicada. También por la forma en que veís el mundo y como valoráis los animales, se ve que os apasiona, pues sólo buscáis verlos, disfrutarlos y no pretendéis capturarlos o enjaularlos para su exposición. Así es como debería de ser y me alegro que deís ese ejemplo a vuestros coelgas de profesion con vuestra conducta.

    Las fotos, son dignas de estar en cualquier revista de National Geographic. No sólo por la calidad sino también por la iluminación, enfoque, composición, etc etc

    La experiencia, aunque nos habéis transmitido una parte a través del relato y las fotos, no podemos hacernos una idea de como ha sido en su completitud. Por eso considero que es el premio que habéis vosotros habéis obtenido por haber sido tan osados de lanzaros a un viaje como este. Es algo vuestro, que guardaréis por siempre en la memoria y me alegro por vosotros.

    Me ha llamado especialmente la atención algunas especies como esa que sacáis «Jerbo de Egipto». También me he divertido con las anecdotas que contáis. Estoy deseando ver la parte dos.

    Para despedirme deciros que sigáis así, que continuéis haciendo lo que es vuestra pasión. Y aunque pueda haber gente que os considere lócos por hacer cosas que se salgan de la lógica o los estándares que nos impone la matrix en la que vivimos, la única locura es no hacer las cosas por las que uno siente pasión.

    Saludos!

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