La Vuelta a Marruecos en 30 días – Capítulo II: Sáhara Occidental y regreso a la costa

Por Raúl León.

Desde El Aaiún a nuestro destino en Auserd distaban unos 700 kilómetros. Albergábamos algunas dudas debido a la cantidad de kilómetros que había que recorrer, pero la posibilidad de encontrar especies que nunca habíamos observado y de las cuales no teníamos registro fotográfico para la página web, etc. nos hicieron avanzar. Budi y su vehículo son incansables y los kilómetros van quedando atrás.

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Pero comencemos por el principio. Antes de marcharnos de El Aaiún hacemos una búsqueda y encontramos unos gecos elegantes del norte (Stenodactylus mauritanicus) y su puesta de huevos. Los dos gecos y los huevos fueron encontrados excavando en busca de animales atrapados en una pequeña alberca llena de arena. Se liberaron en las cercanías junto con los huevos en un lugar protegido del sol.


Izquierda: Gecos elegantes del norte (Stenodactylus mauritanicus) y su puesta de huevos. Habían quedado atrapados en una pequeña alberca
y se encontraban enterrados para protegerse del intenso sol. Los huevos y los animales fueron liberados en un lugar cercano.
Derecha: Para que podáis apreciar el tamaño de los huevos. Fotos: © Raúl León.

Cuando salimos hacia Dakhla, durante todo el día el paisaje es una planicie muy ventosa que acaba abruptamente en un acantilado que da paso al mar.

Pronto encontramos dos serpientes atropelladas hace tiempo, se trata de dos grandes víboras bufadoras (Bitis arietans). Nos apena encontrarlas así y por otro lado nos sorprende el hábitat tan duro en el que habitan.


Paisaje en la zona El Aaiún-Dakhla. Foto: © Raúl León

La curiosa e interesante planta crasa en flor Opophythum theurkauffii
cerca de los acantilados de la costa sahariana. Foto: © Raúl León.

Paramos en algunos lugares pero, creemos que debido al intenso viento, no encontramos actividad alguna. Horas después descubrimos dos serpientes: un juvenil de culebra diademada (Spalerosophis diadema) y una víbora de arena (Cerastes vipera). Con estos dos hallazgos ya tenemos el día completo. Se hace de noche y paramos para dormir.


Víbora de arena (Cerastes vipera) “olfateando el aire”. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Cerastes vipera presenta los ojos en una posición bastante dorsal sobre su cabeza,
esto permite a la especie tener visión de su entorno cuando se encuentra enterrada en la arena. Foto: © Raúl León.

La culebra diademada (Spalerosophis diadema) presenta un patrón de manchas dorsales muy característico. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Bonita mirada de este pequeño individuo juvenil que con los años llegará a alcanzar más de un metro de longitud. Foto: © Raúl León.

Otro largo día en carretera y al fin alcanzamos Auserd, a unos 2000 kilómetros de Tánger. Sabíamos que la zona tenía sus particularidades pero al llegar se hacen muy patentes. La presencia militar es muy alta y justo al pasar el pueblo hay un pequeño cartel triangular de color rojo. Nos imaginábamos lo que indicaba el cartel, damos marcha atrás y esto es lo que ponía:


Izquierda: Uno de los hábitats de la zona de Auserd. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Derecha: Nos llama la atención un pequeño cartel de color rojo. Foto: © Raúl León.

Cartel indicando la presencia de minas explosivas en la zona. Nos parece una triste realidad que se nos haya podido ocurrir inventar estos artefactos tan dañinos y diseminarlos por determinados lugares. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

La experiencia en la zona fue a la vez frustrante y satisfactoria. Por un lado la presencia de minas antipersonales, esto significa una terrible realidad, la de los conflictos de la zona y la de que seamos capaces de fabricar aparatos tan dañinos y con tan malas intenciones. Estas fueron diseminadas en la guerra del Sáhara. Además esto nos impedía buscar animales, por nuestra propia seguridad, pues al consultar con los pobladores locales nos decían que en las zonas de campo cercanas había minas aunque no hubiera carteles y que no fuésemos por allí, que no se sabía bien donde había explosivos y donde no. En la otra mano, pudimos ver algunas especies que nunca antes habíamos tenido el privilegio de observar.

Uno de los amables pobladores locales que nos informaban de la presencia de minas nos acompañó a un lugar seguro donde nos mostró individuos muy grandes de salamanquesa de la cruz (Tarentola annularis) en la pared de su pequeño establo y vimos varias mudas de víbora cornuda.


Izquierda: Salamanquesa de la cruz (Tarentola annularis). Vimos individuos con diferentes coloraciones y algunos de tamaño realmente grande.
Derecha: Salamanquesa de la cruz (Tarentola annularis). Fotos: © Baudilio Rebollo Fernández.

Uno de los animales que más nos interesaba ver era el lagarto de cola espinosa Uromastyx dispar. Estábamos preocupados de no poder verlos, y estando mirando el cartel que indicaba la presencia de minas, de repente Budi ve un lagarto de cola espinosa en unas rocas justo detrás del cartel, este se esconde rápidamente. Nos fijamos mejor en el paisaje de fondo y comenzamos a ver manchas oscuras, y con los prismáticos confirmamos que se trataba de estos grandes lagartos. Nos emocionamos y comenzamos a buscar lagartos más cerca de la zona segura. Como no podíamos pisar el terreno, desde el coche a baja velocidad recorremos la zona avistando numerosos Uromastyx dispar soleándose sobre rocas, matorrales o en la entrada de sus madrigueras. Nos sentíamos afortunados, eran espectaculares, grandes, robustos, contrastados con colores negros y amarillentos, y otros individuos más jóvenes eran de color beige con ocelos de borde oscuro. Era muy emocionante ir viéndolos tranquilamente haciendo su vida.


Comenzamos a ver lagartos de cola espinosa (Uromastyx dispar) a buena distancia, pero no podemos acercarnos a tomar fotos debido a la amenaza de las minas en la zona. Este individuo se encuentra tomando la sombra bajo una acacia. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Recorriendo la zona vamos encontrando individuo más cerca y podemos verlos y fotografiarlos mejor. Este individuo presenta un precioso patrón con hileras de ocelos en el dorso. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Individuo adulto con la coloración típica de la especie: negro con bandas amarillentas. Son magníficas estas criaturas tan bien adaptadas a la vida en zonas extremadamente áridas. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Uno de estos adaptables lagartos se solea muy cerca del poblado de Auserd. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Nos detenemos a observar a uno de los numerosos alcaudones reales (Lanius meridionalis) que aparecían por todo el recorrido y a una curiosísima alondra ibis (Alaemon alaudipes) que correteaba de una lado a otro acercándose y alejándose.


Un alcaudón real (Lanius meridionalis) otea el entorno desde una acacia. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

La alondra ibis (Alaemon alaudipes) es de carácter muy curioso, se acerca y se aleja continuamente, observándonos. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Cuando estábamos parados observando dos lagartos de cola espinosa en la entrada de su madriguera vemos una agama variable (Trapelus boehmei) sobre una roca muy cercana a uno de los grandes lagartos. El lagarto de cola espinosa se mete en su madriguera, y rápidamente el agama variable hace lo mismo, quedando ambos refugiados en la misma hura.


Izquierda: Es impresionante su cola espinosa. Este gran individuo está mudando de piel, fijaros que el hocico emerge de color negro más intenso. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández. Derecha: Un placer observar a estos animales a simple vista, con prismáticos y a través de los objetivos de las cámaras. En la imagen un juvenil con coloración clara soleándose en la entrada de su madriguera. Foto: © Raúl León.

Una agama variable (Trapelus boehmei) que se encontraba soleándose muy cerca de dos lagartos de cola espinosa. Al meterse uno de los lagartos en su madriguera, el agama lo sigue y se refugian ambos en la madriguera del Uromastyx. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Excrementos de Uromastyx dispar formados por restos vegetales. Estos grandes saurios se alimentan principalmente de vegetación. Foto: © Raúl León.

Un bello Uromastyx dispar adulto soleándose. La aridez de la zona se aprecia al fondo. Foto: © Raúl León.

Al atardecer y durante la noche vimos bastantes erizos del desierto (Paraechinus aethiopicus deserti) muy bonitos, con un pelaje muy claro en su cabeza y vientre. Al final pudimos ver gecos de dos especies: un geco de Petrie (Stenodactylus petrii) y otra especie de geco de arena, Stenodactylus sthenodactylus, que aunque muy parecida a Stenodactylus mauritanicus parece tener ciertas diferencias morfológicas, y observamos en los individuos que encontramos que aparentemente en comportamiento también.


Izquierda: Geco de Petrie (Stenodactylus petrii). Tanto los dibujos que crean sus escamas perladas como sus ojos hacen de estos gecos animales muy hermosos. Derecha: Geco de Petrie en detalle. Fotos: © Baudilio Rebollo Fernández.

Izquierda: Un geco elegante Stenodactylus sthenodactylus. Una mirada cercana. Foto: © Raúl León. Derecha: Estos gecos habitaban en “espartales” asentados sobre arena formados por plantas del género Stipagrostis. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Izquierda: Stenodactylus sthenodactylus con otro diseño. Foto: © Raúl León. Derecha: Un precioso erizo del desierto (Paraechinus aethiopicus deserti) se agazapa ante nuestra presencia. Si un depredador se acerca, rápidamente el erizo se hace una “bola” exponiendo las púas y refugiando la cabeza y patas. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

A la mañana siguiente, el viento, el frío, las minas, la presencia militar, nos impulsan a marcharnos del lugar al que tantas horas habíamos tardado en llegar. Antes de irnos buscamos por algunas zonas seguras y seguimos viendo grandes lagartos de cola espinosa y de repente, una visión fugaz de un esquivo varano del desierto (Varanus griseus), lo vemos desde el coche “agazapado” levantando la cabeza para mirarnos, cuando paramos ya ha desaparecido y al llegar al lugar donde estaba vemos una madriguera donde seguro se había refugiado. Nos quedamos con las ganas de verlo bien. Seguimos rondando por la zona y al volver a este lugar, volvemos a mirar donde estaba el varano y vemos las huellas del animal que ha salido de la madriguera y ha recorrido gran distancia. Estuvimos a punto de verlo. También hay Acanthodactylus dumerilii por la zona.


Vemos fugazmente un varano del desierto (Varanus griseus) desde el coche, al parar este se refugia en una madriguera. Más tarde, cuando regresamos a la zona para intentar observarlo vemos las huellas del animal que ha salido de la hura y se ha alejado. Hubiera sido un placer poder observar mejor a este poderoso y emblemático animal. Foto: © Raúl León.

Volvemos de nuevo en dirección hacia El Aaiún, tenemos suerte y en un oasis hallamos algunas especies de saurios: eslizones de arena occidentales (Chalcides sphenopsiphormis), una hembra de Tropiocolotes algericus preñada y una Tarentola chazaliae.


Eslizón de arena occidentales (Chalcides sphenopsiphormis). Observar su cabeza puntiaguda, muy adecuada para desplazarse por debajo de la arena. Foto: © Raúl León.

Otro Chalcides sphenopsiphormis. El cuerpo alargado y delgado también es perfecto para su modo su modo de vida. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Geco de casco (Tarentola chazaliae). Notad que sus dedos son anchos, esto facilita el desplazamiento sobre la arena suelta. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Un detalle de la curiosa forma de su cabeza y sus grandes ojos. Foto: © Raúl León.

Una hembra de los diminutos gecos argelinos (Tropiocolotes algericus) en la que se nota perfectamente la silueta de un huevo en su zona ventral. ¿Fascinante verdad?. Foto: © Raúl León.

Otra característica importante de esta especie de eslizón de arena Chalcides sphenopsiphormis es que los miembros anteriores están muy reducidos y presentan únicamente dos dedos en estos. Foto: © Raúl León.

Más tarde encontramos una bonita bucerrig o serpiente corredora de arena y un par de gecos elegantes del norte.


La siempre atenta mirada de las culebras corredoras de arena o bucerrig (Psammophis schokari),
como suelen conocerse en la zona. Foto: © Raúl León.

Izquierda: Psammophis schokari es muy reconocible por ser un ofidio con cuerpo notoriamente delgado y alargado. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.
Derecha: Stenodactylus mauritanicus. Fijaos en los dibujos tan bonitos que crean las escamas de su cuerpo. Foto: © Raúl León.

Al día siguiente aún en la región de El Aaiún, en planicies áridas encontramos otra bucerrig y una víbora de arena con un diseño realmente precioso y llamativo.


Víbora de arena (Cerastes vipera) con un diseño realmente espectacular formado por rayas azuladas en la cabeza y manchas del mismo color en el cuerpo, integrado con su coloración base parecida al sustrato del entorno donde vive. Un animal tremendamente bello. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Curiosamente las dos puntas de la lengua bífida son de color blanco. Mientras agita la lengua,
la serpiente recoge moléculas de olor del sustrato y del aire. Foto: © Raúl León.

Serpiente corredora de arena (Psammophis schokari) soleándose en el borde de uno de los escasos matorrales existentes en su hábitat. Fijaros en el entorno tan árido que habitan estos animales, prácticamente desprovisto de refugios y sombras, es impresionante. Foto: © Raúl León.

Detalle de la Psammophis schokari, mirándonos, observándonos igual que nosotros a ella.
Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Alcanzamos la región de Smara, continua el incesante viento, pero tras horas y horas de búsqueda nocturna encontramos criaturas muy interesantes. Van apareciendo gecos: salamanquesa de la cruz, salamanquesa común, gecos de Petrie y una especie que nunca habíamos visto y nos sorprende por su aspecto y ecología, la salamanquesa de Hoggar (Tarentola hoggarensis). Se trata de un geco de zonas saharianas que habita en acacias, su camuflaje en la corteza de estos árboles es extraordinario y pasa fácilmente inadvertida. Nos encantó poder conocer a esta especie.


Formación rocosa en la región de Smara. El “monte calavera” como lo llamamos en tono de broma debido a los agujeros de su ladera que parecen ojos.
Foto: © Raúl León.

En esta zona fuimos observando:


Salamanquesa de la cruz (Tarentola annularis). Se reconoce fácilmente a esta especie por la presencia de cuatro manchas blancas en región del cuello.
Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

En esta imagen podéis apreciar sus grandes y bonitos ojos y sus dedos “expandidos” que dan cabida a las “laminillas adhesivas”
que ayudan a estas salamanquesas a trepar. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Stenodactylus petrii, otra de las especies de geco que habitan la zona. Foto: © Raúl León.

Geco de Petrie limpiándose la escama ocular con la lengua. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Detalle de una salamanquesa común (Tarentola mauritanica). Foto: © Raúl León.

Uno de los gecos de la zona tiene una ecología muy interesante. En vez de frecuentar zonas rocosas como otras salamanquesas o zonas arenosas como los gecos elegantes o gecos de Petrie, esta especie habita concretamente en troncos de viejas acacias. Es una especie espectacular. Foto: © Raúl León.

Es extraordinario como se integra este animal en la corteza de las acacias donde habita. La salamanquesa de Hoggar (Tarentola hoggarensis) pasa muy fácilmente desapercibida. ¿No os resulta difícil distinguir su silueta corporal?. Foto: © Raúl León.

Su diseño y textura hacen de este ser un animal muy críptico. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Proseguimos y en la zona de Abateh, cerca del Oued Chbika, encontramos una pequeña culebra del género Hemorrohis con coloración amarillenta. Guiándonos por su diseño parecería una culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) de color atípico, pero basándonos en la zona geográfica donde fue encontrada y en el número de escamas dorsales que tiene se trataría de una culebra argelina (Hemorrhois algirus). No obstante estaríamos ante una culebra argelina o bien un individuo intermedio entre las dos especies.


Oued Chbika. La presencia de agua da el tono verde al paisaje. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Una preciosa culebra con tonos amarillentos del género Hemorrhois. Posiblemente un individuo intermedio entre culebra argelina (Hemorrhois algirus)
y culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis). Foto: © Raúl León.

En detalle. Foto: © Raúl León.

Vamos regresando hacia la zona costera con la esperanza de que el clima ahora sea más benigno, pero el frío y el viento persisten y en Tan Tan observamos una lagartija rugosa (Acanthodactylus boskianus). También es muy interesante la vegetación de la zona con sus adaptaciones particulares a la escasez de agua la zona.


En ciertos valles el agua hace brotar la vida. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Hábitat donde se encuentran plantas autóctonas del género Euphorbia como Euphorbia echinus
y a la vez está muy extendida la introducida chumbera Opuntia ficus indica. Foto: © Raúl León.

Lagartija rugosa (Acanthodactylus boskianus). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Varias especies de flora típica en la zona costera de Tan Tan. En la imagen plantas del género Opophytum, Suaeda, etc.
Foto: © Raúl León.

Izquierda: La planta crasa Opophytum theurkauffii. Observar sus tallos turgentes, repletos del líquido que almacenan como su mayor tesoro.
Derecha: Limonium sp., una planta que da color a las zonas áridas y cuyas flores parecen de papel. Fotos: © Raúl León.

Cópula de tetigónidos (grillos de matorral) durante la noche en una zona montañosa cercana a la costa de Tan Tan. Foto: © Raúl León.

Por la zona de Guelmim vemos gecos de casco y gecos elegantes del norte.


Un interesante roedor de la zona, la rata obesa (Psammomys obesus) en la entrada de un complejo de galerías. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Ojos intensos, Stenodactylus mauritanicus. Foto: © Raúl León.
Athene noctua Agama impalearis
Izquierda: Mochuelo (Athene noctua). Derecha: Agama común (Agama impalearis) macho, mostrando un intenso color azul. Había bastantes parejas de esta especie y los machos exhibían sus colores. Este se cruzó ante el coche cuando iba tras la hembra con la que había formado pareja.
Fotos: © Baudilio Rebollo Fernández.
Tarentola chazaliae
El siempre particular geco de casco (Tarentola chazaliae). Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Hacía Sidi Ifni encontramos al endémico de la región marroquí sapo de Brongersma (Barbarophryne bronsgersmai). Teníamos muchas ganas de verlo. También sapos verdes norteafricanos (Bufotes boulengeri). Por la noche en una búsqueda por unas laderas escarpadas con plantas espinosas de los géneros Euphorbia y Opuntia, nos topamos con una culebra de cogulla (Macroprotodon brevis brevis) que iba reptando lentamente, una gran alegría ver un ofidio moviéndose por su hábitat.

Barbarophryne bronsgersmai
El sapo de Brongersma (Barbarophryne bronsgersmai) está considerado un endemismo saharaui-marroquí. Foto: © Raúl León.

Hallamos a esta culebra de cogulla (Macroprotodon brevis brevis) activa por la noche, reptando en una ladera poblada de plantas cactiformes
y crasas del género Euphorbia. Foto: © Raúl León.

El equipo:

Auserd
Budi Rebollo en el “paisaje intocable” de Auserd. Foto: © Raúl León.

Raúl León grabando imágenes de un lagarto de cola espinosa Uromastyx dispar. Foto: © Baudilio Rebollo Fernández.

Desde ahí nos movemos hacia el interior y el este del país donde encontramos una temperatura más cálida y realizamos hallazgos muy interesantes, incluida una de las serpientes más raras de ver de la región. Continúa en el siguiente capítulo (Capítulo III: En el anti-atlas y el este).

Agradecimientos: a nuestras familias, por su apoyo, paciencia y un sin fín de razones, ¡gracias!. Al equipo de moroccoherps, por su confianza, ayuda, apoyo, ilusión, etc. A los amigos y amigas que desde la Península Ibérica nos acompañaban cuando nos comunicábamos. A cada persona de la zona que nos ayudó indicándonos donde estaba una carretera que no encontrábamos, que nos informaban de la presencia de minas, que nos invitaron a tomar algo con ellos, que nos acompañaron, etc., muchas gracias a estas amables personas, tienen un gran corazón. A gente como Geniez, Kentaoui y Aymerich y grupos como Geres Asso, entre todos ponemos en valor la biodiversidad de estos parajes para que cualquiera pueda llegar a fascinarse con ellos y respetar a todas estas criaturas.

10 respuestas a «La Vuelta a Marruecos en 30 días – Capítulo II: Sáhara Occidental y regreso a la costa»

  1. Que cosa más rara la Tarentola mauritanica en Smara!!! Es una cita brutal. La Hemorrhois del Chibika es la clásica que parece hippocrepis pero genéticamente debe ser algirus intermedius, similar a las de cabeza gris de la zona. Los uros, Stenodactylus, etc… chulísimos. Y hoggarensis! Que segunda parte más buena. Ya solo nos queda una entrega del viaje! 😀

  2. Me he quedado de piedra compañero. Que caña de experiencia y con que profesionalidad y entusiasmo lo hacéis. Ojalá contagiéis vuestra vocación por todos los lugares por donde paséis. Unas fotos alucinantes, he aprendido mucho. Me imagino que preparando el viaje os habéis tenido que pegar «una peshá» de estudiar zoología para reconocer lo que íbais a encontraros.
    Grandísimo trabajo y mil gracias por compartirlo Raulete.

    Cuidaros mucho
    Nacho agricultor

  3. wow!!! Se me ha hecho corto!! Quiero la tercera parte ya!!!!! Me ha encantado desconectar nuevamente y trasladarme al Sáhara durante un rato para flipar con su ecología y en especial la escamofauna. Creo que he tenido la boca abierta durante todo el post, pero destaco a Hemorrhois-limón, la pequeña Gecko preñada, Cerastes vipera y su belleza y a la sensación que me ha dado imaginarme ver a los lagartos cola espinosa a su bola por su hábitat. Gracias una vez más Moroccoherps!! PD: qué ojazos tienen los geckos dios.. cómo pueden ser de verdad…

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